viernes, 23 de septiembre de 2011

Si Sócrates levantara la cabeza




         Lo que nos faltaba; los consejeros de RTVE que apoyaron la propuesta del PP de poder controlar la elaboración de informativos, es decir, censura previa, rectifican. Y no es que no esté bien que rectifiquen, que lo está, sino el espíritu inicial, la música que suena, tan caótica que han tenido que tirar las partituras a la basura. Este es el Partido llamado a gobernar España en detrimento del PSOE, partido que en colaboración con el anterior, ha orientado nuestro país al límite del punto de no retorno del más profundo de los abismos.

         Con todo,  no es lo peor que ha pasado esta semana. La guinda la han puesto los jueces con el caso Faisán, y claro, psoe-pp, pp-psoe, que tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando, van en el asunto de la mano. El Juez Javier Gómez Bermúdez cual líbero de equipo de fútbol ha salido en defensa de “Alfredo” y en el último instante, cuando todos cantaban el gol por el procesamiento de altos mandos policiales por el caso Faisán, llega y logra que el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional por unanimidad deje sin efecto el procesamiento de los amigos de “Alfredo” que tantas veces le ha condecorado en los últimos tiempos (incluido aumento vitalicio de sueldo del 10 por ciento) y así pueda encarar la campaña electoral con cierta tranquilidad. PSOE-PP, PP-PSOE están crecidos, contentos. Después de prostituir la separación de poderes, de querer controlar los medios de comunicación (como iniciábamos esta breve reflexión) constituyéndose en cuasimafias cuyo único objeto, como muy bien dijo Eduardo Zaplana del PP en el caso “Naseiro”, es forrarse; despúes de meter de nuevo a ETA en las Instituciones, después de no poder ni rotular en castellano en algunas regiones de España; después de todo, después de quebrarnos…, son la alternativa a nuestros males: ¡Qué pesadilla!

      El desprecio por la ley de la coalición PPOE-PPSOE es tan aberrante como inadmisible si deseamos vivir en una sociedad justa, próspera y democrática: una sociedad de valores. Es necesario que la ciudadanía se rebele por un cambio, todavía posible.